La envidia

La envidia puede destruir la vida de un cristiano. Un sentimiento de disgusto por lo bueno que le ocurre a otra persona también puede dañar el testimonio de un creyente, ya que a menudo hace que la gente actúe con hostilidad y amargura. Y la persona celosa sufre mucho más que la persona de quien siente celos.

"Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios". Gálatas 5:19‭-‬21 RVR1960

Antes de que podamos deshacernos de los sentimientos de envidia, debemos estar dispuestos a confesar que los tenemos en nuestro corazón y arrepentirnos delante de Yahshua-Jesucristo. Al igual que la codicia, los celos, son una emoción que no nos gusta admitir, pero el Señor ya lo sabe. También debemos darnos cuenta de que cultivar la envidia es lo mismo que poner objeciones a la bendición de Dios sobre la vida de otra persona. No importa cómo tratemos de justificar tales sentimientos, estamos en contra del Señor: una persona no puede albergar celos y al mismo tiempo estar bien con Él. Los celos, la envidia es pecado y va en contra de lo que YHVH nos instruye en su palabra.

"El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos".1 Juan 2:9‭-‬11 RVR1960

La manera más segura de despojarse del resentimiento es a través de la oración. Después de confesar al Señor que sentimos celos, debemos comenzar a orar por la otra persona. Nuestra petición debe contener dos elementos: primero, una ofrenda de acción de gracias por las bendiciones en la vida de esa persona; y segundo, la petición de que Dios ponga amor en nuestro corazón por ella. Al comienzo, orar de esta manera será difícil, pero a medida que el amor crezca —y así será— encontrará que las palabras llegarán con más facilidad y alegría. La obediencia, el amor y el perdón son decisiones que debemos tomar, las cartas de Juan hablan claramente al respecto.

Tenemos la promesa de que si nos deleitamos en nuestro Padre celestial, Él nos concederá los deseos de nuestro corazón. Por tanto, debemos centrar nuestra atención en Él y en lo que hace en nuestra vida.

"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros".1Jn 1:9‭-‬10 RVR1960

Hoy es un buen día para arreglar cuentas con el Eterno y comenzar a obedecer sus instrucciones 
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